Coky se corta el pelo.
Hoy Cocky ha ido al peluquero, porque ya puede. Hemos paseado porque podemos. Camino de la peluquería ambos hemos observado como la gente se agrupa, juega al fútbol, se sienta en los bancos, te tose a la cara y eso, no se puede, o mejor dicho no se debe hacer. No se puede porque por más que se quiera hacer un botellón para celebralo esto no ha terminado. En algunas zonas son tales las aglomeraciones que es imposible mantener una distancia de separación de dos metros. A simple vista, da la sensación que hemos ganado la guerra, pero es una simple batalla, un desconfinamiento lento y progresivo. Somos muy pocos los precavidos, que mantenemos distancias, horarios y demás. Y corremos el riesgo de aquel que lleve mascarilla lo miren como si se hubiera equivocado de día. ¡Qué no! ¡Que no soy gilipollas! ¡Sepan que no lo hago exclusivamente por mí! Aquí estamos todos en el mismo saco. Y este saco se aglutina el doble que antes de la pandemia. Valga el mismo ejemplo de la dieta del ayuno: dejar de comer para luego comer el doble. Así es: hemos reducido el contagio para luego salir a duplicarlo. El sentido común, tal vez erradicó de algunas cabezas durante el confinamiento. ¿No se puede hacer esto de una forma más paulatina? Esperemos que el gráfico del contagio continúe en descenso y la tendencia de precaucion y solidaridad vaya in crescendo. Todo se andará, ¿verdad, mi querido Cocky? ¿Te ríes? Yo también. Por cierto, te han dejado muy guapo.
Foto y texto :Rafael Belda Ros
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